Está muy de moda en nuestros tiempos hablar de libertad y de la imperiosa necesidad de llegar efectivamente a ella. No cabe duda de que la libertad es un tema de suma importancia que se suele tocar siempre desde los puntos de vista jurídico, político y social; y no como un tema ético, que según creo, es aun más necesario de estudiar.
Es cierto que los seres humanos nacemos libres y debemos permanecer libres, pero ¿Qué es ser libre?, ¿Somos realmente libres?, ¿Cuál es el límite de nuestra libertad?, esas son cuestiones que, inexorablemente, cualquier ser racional debería preguntarse en mayor o menor medida.
Primero que nada empezaré con lo que significa ser libre para mí. Ser libre es poder “elegir” sin más limitaciones que la de los derechos inherentes a las demás personas que nos rodean, además de esto la libertad no es un concesión como lamentablemente solemos creer, sino por el contrario un arte que depende de nosotros, es una cuestión que amerita el empleo de una técnica, que afortunadamente, solo podemos desarrollarla nosotros muy dentro de nuestra subjetividad. Además la debemos saber administrar de la manera más adecuada posible, ¿y cuál será la manera más adecuada?, pues la más beneficiosa y menos perjudicial para nosotros.
Para tratar de dar una respuesta oportuna a la pregunta de si realmente somos libres o no debemos tener en cuenta diferentes puntos relevantes, como por ejemplo el jurídico. Desde este punto de vista somos verdaderamente libres, por que las leyes así lo establecen, pero ahora veámoslo desde el punto de vista ético. Si lo analizamos desde dentro la ética nos damos cuenta que objetivamente existen ciertas cosas que limitan nuestra libertad. Así que tenemos dentro de este grupo de limitantes a: los miedos, las creencias religiosas y las imposiciones sociales.
El principal miedo que se nos presenta a la hora de hacer ejercicio de nuestra libertad, es el miedo a la responsabilidad que acarrea ser libre, como bien ha sabido explicar el filósofo Fernando Savater palabras más palabras menos “la gente suele pedir a gritos libertad, pero por dentro se alegran y dicen “Ay, menos mal que no lo soy”, y esto es porque siempre suele ser difícil tomar las riendas de nuestra vida y aceptar la responsabilidad que la misma acarrea.
La Religión por su parte, son una serie de premisas básicas que además son excluyentes y por lo tanto limitan nuestras elecciones, y son excluyentes porque no aceptan ser relevadas por otras so pena de un castigo celestial, que nos será impuesto por Dios al momento de nuestra muerte.
Por último, y quizá hoy en día, la limitación más grande que nos aqueja desde el punto de vista ético son las leyes morales pertenecientes a la sociedad, las cuales son impuestas a través de sus costumbres y culturas propias. Esta limitación es adquirida en los primeros años de vida por el individuo en la medida que se va relacionando con otras personas y aprendiendo de éstas sus costumbres, con las cuales moldea su personalidad de acuerdo con los ideales sociales del lugar y el tiempo en el que vive.
Desprenderse de estos paradigmas pertenecientes a estos tres grandes grupos no es tarea fácil, sin embargo dependerá del individuo, en la medida que desarrolle su capacidad de pensamiento racionado, hacerse con las costumbres que le parezcan más apetecibles y rechazar en su totalidad o en parte, las que considere poco beneficiosas o perjudiciales para su “Ser”. Les invito a todos a cuestionarse, a desechar y a adquirir nuevos paradigmas en la medida de que los mismos nos sirvan para nuestro crecimiento personal, que obviamente, no estará marcado por pautas impuestas por nadie, sino por nuestras propias decisiones. Seamos libres.
Luis Landa
Twitter: Luis_Ale_Landa
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