Bueno, sin más preámbulos sigamos con el tema que me compete. La historia a la cual me refiero es aquella que narra el sacrificio humano exigido por Dios a Abraham, el sacrificio de su propio hijo, analicémoslo. Cito desde Wikipedia:
“La Biblia contiene un relato acerca de un sacrificio humano no consumado, cuando Dios ordena a Abraham ofrecerle sacrificio a su hijo Isaac en un monte ceremonial (Génesis 22:1-19). Abraham se dirigió con Isaac hasta el monte sin decirle que él sería el sacrificado y luego de que éste juntara la leña para el holocausto lo ató, lo puso sobre el altar y se dispuso a degollarlo con un cuchillo. En ese instante fue detenido por Dios quien le dice que no mate a su hijo porque «ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único».”
Después de haber de haber leído éste fragmento no me queda más que empezar a hacerme preguntas, y por su puesto, a tratar de respondérmelas, ¿Qué empujo a Abraham a cumplir tan obedientemente la petición de su Dios? ¿Será el sacrificio de su hijo un acto verdaderamente posible racionalmente? ¿Es Abraham la personificación de un Valor o de un Antivalor?
Tratando de dar respuesta a nuestra primera interrogante, hay que analizar algunos factores de suma importancia, como son por ejemplo: el amor por el hijo, el amor por la divinidad. Sin duda alguna podemos decir reiterativa e inequívocamente que el amor de Abraham por Isaac es prácticamente nulo, cualquier ser racional que ha establecido bien sus valores pondría primero que nada a su hijo por encima de cualquier voluntad, sea esta humana o divina, que pretenda hacerle algún daño. Así que considero aberrante el amor a Dios por encima de todo, por ser una sumisión tiránica y esclavisante. Entonces creo que hemos respondido la primera de nuestras preguntas: Abraham cumplió el mandato de Yahvé por falta de amor por su hijo y por un excesivo amor hacia la divinidad. Con esto además damos respuesta también al segundo problema planteado, pues considerando lo antes dicho, no es una actitud racional sacrificar lo más valioso para nosotros, por una simple y caprichosa petición de un ser ajeno a nuestro plano vital.
En la escuela, cuando somos preparados todos los niños de familias católicas para hacer la primera comunión, nos es presentado Abraham como un valor en sí mismo, y como un hombre sabio y bondadoso que confió en Dios y estaba dispuesto a sacrificar a su único hijo, por la simple voluntad de éste. Pero hoy, convirtiéndome yo en revisionista de aquel bombardeo religioso del que fui objeto, estoy cada vez más convencido de que Abraham personifica más a un Antivalor que a un Valor. La personificación propia de lo valorado en esta historia está en el hijo, ese es el verdadero Valor, la persona amada, y escoger la muerte de lo que se ama constituye una aberración antinatural, que va contra el orden más básico de nuestra humanidad, el cual es la protección de aquello y aquellos que amamos y que por tanto defenderemos de cualquier circunstancia que amenace su existencia y su bienestar.
Ninguna de las opiniones aquí expresadas buscan herir la susceptibilidad de nadie, solo son un análisis desde mi punto de vista, cualquier creencia contraria es plenamente válida y respetada. Un agradecimiento especial a Ricardo Connett, sin él jamás se me hubiese ocurrido pensar sobre este tema y mucho menos escribir estas líneas.